¿Sabías que antes de que los cinturones de seguridad fueran obligatorios, muchos conductores los veían como un estorbo? ¡Así es! Y es que, aunque ahora nos parezca algo básico, su historia es súper interesante. Imagínate viajar sin nada que te sujete si hay un frenazo brusco. ¡Un poco loco, ¿no?
¿Cómo llegamos del «no quiero» al «ya me puse el cinturón»? Todo empezó con unas simples correas en los carruajes para evitar que los pasajeros salieran volando. Pero fue Nils Bohlin, un ingeniero sueco, quien en 1959 inventó el cinturón de seguridad de tres puntos que conocemos hoy. ¡Un diseño tan sencillo y efectivo que salvó millones de vidas! y lo sigue haciendo.
Al principio mucha gente era reacia. «Me aprieta», «me molesta», «soy un buen conductor, no lo necesito»… ¡Excusas había para todos los gustos! Pero poco a poco, gracias a las campañas de seguridad y a las leyes que lo hicieron obligatorio, el cinturón se convirtió en un elemento indispensable para cada viaje.
Los cinturones eran una opción extra en los coches, como el aire acondicionado. ¡Y que algunos modelos incluso tenían un botón para desconectarlo! Menos mal que esos tiempos quedaron atrás.
En resumen, el cinturón de seguridad es mucho más que un simple accesorio. Es un invento que ha revolucionado la seguridad vial y nos ha salvado de muchos sustos. Así que la próxima vez que te abroches, ¡agradece a la ciencia y a todos los que lucharon para que hoy sea obligatorio!