Por. María Luisa Ortiz Berrío @MALUOB

Aunque no fue mi primera vez al volante, si fue la primera vez con un instructor profesional y lo primero que pensé fue: la diferencia se nota ¡Y mucho! Con todo el respeto que se merecen los amigos que han intentado enseñarme a conducir y mi novio debo decir que para aprender a manejar definitivamente hay que contar con alguien que tenga la habilidad para  hacerlo y se dedique a esto de manera profesional.

Lo que aprendes es igual: clutch, cambios, frenos, acelerador, velocímetro… entre todas las cosas que normalmente enseñan, pero la forma nunca lo será.  Recuerdo cuántas veces mi novio intentó enseñarme lo que Jhon (mi primer instructor de Andina) me hizo comprender en 10 minutos.  Cuando estaba con mi novio el resultado siempre era el mismo: el nervioso porque iba a chocarle el carro y yo estresada porque no le entendía mucho, por ende no sabía meter bien los cambios, ni ponerle el clutch para frenar o encontrar el “punto de arranque” para que el vehículo no se apague.

Aún no es que sea una corredora de la fórmula 1, pero ya sé, contra todo pronóstico que sí puedo, que solo requiero práctica y un buen instructor que me de la tranquilidad de manejar un jueves a las 6:00 p.m. en pleno pico y placa en Medellín con la certeza de que no chocaré a nadie, ni me iré de bruces contra un poste. 

Hoy descubrí que soy muy buena arrancando y haciendo cambios, pero debo mejorar mi manera de maniobrar la dirección.  Cosa que con seguridad iré aprendiendo de la mano de una escuela seria y profesional que me ayudará a ser una #ConductoraEjemplar para la sociedad.

¡Hasta pronto!  Si te gustó esta historia compártela en tus redes sociales para que todos tus amigos aprendan a conducir y se unan a la comunidad de #ConductoresEjemplares de Medellín.