Nuestra primera vez conduciendo es una experiencia intensa, sudamos, sentimos el volante, los pedales, los espejos y queremos tener todo bajo control. En pocas palabras, somos conscientes de cada movimiento y sentimos la responsabilidad de hacerlo bien.
Nuestro cerebro solo puede concentrarse en una tarea plenamente, mientras nuestro subconsciente se encarga de otras menores que se hacen de manera casi automática. Es en ese instante cuando decimos que podemos hacer varias tareas al tiempo, es porque repartimos nuestro nivel de conciencia entre varias actividades y no prestamos atención completa a cada una de ellas.
¿Inconsciencia al conducir?
El hábito termina por dejar de sorprender y la acción de manejar se vuelve mecánica, instintiva y hasta poco consciente; obviamos los procedimientos que en nuestro primer contacto con el vehículo eran difíciles de coordinar.
Por ejemplo, algunas veces somos inconscientes en rutinas diarias, nos levantamos por las mañanas, nos duchamos, hacemos café, lo disfrutamos, desayunamos, nos vestimos, cogemos el autobús, llegamos al trabajo y sin ser conscientes hicimos un montón de acciones para llegar hasta allí, luego lo piensas y no recuerdas los detalles ni la mitad de ellas.
El problema resulta cuando realizamos de manera automática una acción que puede resultar en un accidente, como lo es conducir.
Con esta introducción, podemos profundizar en lo que se conoce como conducción subconsciente o automática. Según un estudio realizado por Audi Attitudes, tres de cada cuatro conductores han aparecido en el lugar de destino o en un punto de una ruta sin haberse dado cuenta de cómo han llegado hasta allí. Hay un 77% de conductores que consideran este fenómeno como un riesgo para la seguridad vial, sin embargo, también es algo inherente a la conducción.
El problema de la conducción automática viene cuando ocupamos parte de nuestra concentración en otras actividades o pensamientos, como el teléfono, el GPS, una charla con nuestro copiloto o problemas personales que tenemos en la cabeza.
Cuando esto ocurre dejamos de estar atentos a cualquier inconveniente que se pueda presentar en la ruta, porque nuestro cerebro está ocupado en otras situaciones. Por esto, el riesgo de una conducción automática está en no saber o no poder pasar al modo consciente hábilmente.
Claves para adquirir conciencia al conducir.
Planear previamente nuestros recorridos, esto ayuda también a la movilidad de la ciudad. Además de aportar a la descongestión de las vías, aprovechamos nuevas rutas. Explorar exige tener los sentidos atentos y ser más conscientes de nuestros desplazamientos.
Conversar menos, conducir más. Siempre es bueno tener una buena compañía, pero algunas conversaciones pueden inhibir nuestro sentido de la atención y no nos ayudan a concentrarnos en la actividad más importante que estamos haciendo: conducir.
Evita distractores. Llevar la radio o la música a todo volumen nos distrae del exterior, de las sirenas de las ambulancias o de los pitos de los carros que pueden estar alertando sobre alguna situación de peligro.
Recuerda que las condiciones físicas y emocionales de una persona, así como su destreza, son fundamentales para cuidar la vida en la vía.